Artículos de Javier Neira y Fermín Bocos de LNE.
Moratinos, famoso por sus discursos en Lingala, sigue como ministro; Maleni, que, como reconoció en público, no tiene cabeza para recitar de seguido los nombres de las cuatro provincias gallegas, sigue; Bermejo, entregado al arreglo por 42 millones de pesetas de un sospechoso pisito, sigue; Soria, que se inventó un currículum entero -con un decanato que nunca desempeñó, una medalla que ni existe y unos colaboradores premios Nobel a los que apenas saludó una vez en un pasillo-, sigue y Karma Chacón, ecopacifista y a la que, dicen, le entran calambres cada vez que ve una bandera de España, también sigue y encima en Defensa. ¿Cómo es posible?
Jesús Caldera, Juan Fernando López Aguilar, Jordi Sevilla, Trinidad Jiménez, Leire Pajín, Rafael Estrella, Álvaro Cuesta, Antonio Cuevas, Germá Bel... hace seis años eran los compañeros de viaje de José Luis Rodríguez Zapatero en aquella corriente renovadora dentro del PSOE que ellos mismo bautizaron como «Nueva Vía». Junto a José Blanco y pocos más, fueron el núcleo de una aventura que acabó en edificio. Más aun, alguno -Caldera- pudo ser el líder del proyecto, pero le cedió el paso a su amigo animándolo a salir a la palestra para enfrentarse al aparato del partido que en aquel momento (con Rubalcaba y Chaves a la cabeza) apoyaba a Pepe Bono para sustituir a Joaquín Almunia. A la vista de los perfiles y currículum, de algunos de los nuevos ministros, está claro que Zapatero no quiere en el Gobierno a nadie que pueda recordarle los tiempos en los que compartían «pensión, bocadillos y sueños».
José Sobrado García
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