El robot les abre la puerta para entrar al ordeño y, luego, de nuevo, para salir cuando hubiese terminado. Resulta curioso comprobar cómo cuando la vaca llega al ordeño el robot le limpia por dos veces cada pezón y se lo maquilla. Seguidamente, el láser le coloca la pezonera en cada uno de ellos para empezar el ordeño. El proceso suele durar seis minutos, luego se abre la puerta y la vaca puede volver a su sitio. La inteligencia del robot es de tal naturaleza que echa la leche en un recipiente que pasa directamente a la cámara de frío, salvo que salga calostro de la vaca, en cuyo caso la leche es enviada por el robot a otro depósito; si tiene mamitis, es enviada directamente al desagüe. Cuando el proceso de ordeño finaliza el robot sella los pezones del animal, al tiempo que desinfecta la pezonera entre vaca y vaca. Además, el robot se encuentra tan bien dotado de reflejos que, si observa una mínima anomalía, bloquea la puerta y llama al móvil de sus propietarios, que han de acudir para resolver el problema.
Si alguna vaca pone empeño en pasar por el ordeño antes de lo debido, el robot lo detecta al instante y la echa de allí; si la vaca se obstina en no marchar, entonces el robot le lanza un pequeño calambre que la obliga a salir del área de ordeño.
José Sobrado García
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