Roberto Sánchez Ramos, portavoz de Asamblea de Ciudadanos por la Izquierda en el Ayuntamiento de Oviedo, publica en La Nueva España de hoy el artículo
“Asaltar los cielos”, del que recojo algunos párrafos.
Hace tiempo que venimos denunciando que en Oviedo hasta el subsuelo público se ha puesto en manos privadas y que sólo el aire está pendiente de privatizar. Pues bien, por lo visto en los últimos días, parece que ya llegó el momento también de
privatizar las alturas.
La operación de Jovellanos XXI en su doble vertiente (el edificio descontextualizado en Buenavista y el insulto a la razón de las «trillizas» en Jovellanos) está a punto de pasar a constituirse en un monumento a la especulación urbanística, además de un atropello al derecho urbanístico y a la razón. Las urgencias económicas de un gobierno municipal, el del PP, y la complicidad activa de un Gobierno regional en la anterior legislatura -denominado de la izquierda plural- hicieron viable la operación de compra de miles de metros cuadrados de oficinas; rechazadas y puestas en la picota por quienes tienen que utilizarlas, y a los que nadie ha consultado (trabajadores y usuarios) y por las cuales se han abonado cerca de ¡¡60 millones!! de euros de dinero público a una empresa privada, cuando previamente el Ayuntamiento de Oviedo le había entregado a dicha empresa el suelo, de forma totalmente gratuita.
Los crecimientos en altura que ahora proliferan (San Lázaro, Teatinos, el Cristo, La Ería) no hacen sino acompañar la barbarie de las «trillizas» de Calatrava que, a sólo 200 metros del corazón de Vetusta, pretenden alzarse hirientes, atentatorias a la dignidad misma de la ciudadanía ovetense, en unos terrenos hurtados a lo público de forma indecente.
Pero no termina aquí la película. Si la ciudadanía no reacciona, vendrán nuevos episodios. Los terrenos de la fábrica de armas de
La Vega será en breve un remedo de Benidorm y del
Cristo, de Hong Kong.
Oviedo City no puede seguir siendo una ciudad sin ley, porque el volumen de la deuda que Gabino de Lorenzo y los suyos han acumulado en las arcas municipales, más el inmenso socavón adicional de la pésima gestión del PP en la expropiación de «Villa Magdalena» pueden hacer que los ovetenses de a pie, los que nos movemos a ras del suelo, la inmensa mayoría, nos quedemos sin poder mirar los cielos de Oviedo nunca más.
Es necesario cambiar las reglas del juego o, cuando menos, hacer que se respeten las que hay. La participación vecinal sobre operaciones como la de Jovellanos XXI, La Vega, el Cristo o «Villa Magdalena», por su profundo calado tanto urbanístico como económico y social, es exigible por ley, a través del estudio y pronunciamiento de un órgano no creado por Gabino de Lorenzo, como el Consejo Social de la Ciudad. Es preciso, pues, abrir el debate, acercarlo a los vecinos y vecinas y alejarlo de los tecnócratas pagados de sí mismos y de los asaltacielos que los dirigen. O eso o seguir asistiendo atónitos al festín de los tiburones en nuestro municipio. De esta disyuntiva depende el futuro de la ciudad.