Como ciudadano, creo que la justicia debería de tomar medidas para higienizar un cuerpo de gran prestigio como el de la Guardia Civil depurando los elementos contaminantes y totalmente nocivos, en vez de camuflarlos, en pro de la imagen y credibilidad que proyectan sobre los ciudadanos.
AHORA:
El «número dos» de la Guardia Civil destituido investigaba casos de corrupción en el Cuerpo
El comandante intentaba destapar, entre otros asuntos, la supuesta relación con la venta de ropa falsa de un agente, presuntamente implicado en un delito de extorsión
ANTES:
La Guardia Civil jubila al agente Campillo por «incapacidad psicofísica»
Insiste en que volvería a denunciar la trama asturiana del 11-M, a pesar de los problemas que le ha supuesto «No he pagado los platos rotos. Me han hecho pagar la vajilla entera»
LAS NOTICIAS:
El comandante Gonzalo Moreno Zamora, ex «número dos» de la Comandancia de la Guardia Civil de Gijón, destituido la semana pasada, había denunciado ser víctima de acoso laboral por investigaciones que estaba desarrollando por posibles casos de corrupción dentro de la Benemérita; entre ellos, extorsión, cohecho y venta de ropa falsa, según consta en una queja enviada por el propio comandante a la Dirección General de la Policía y la Guardia Civil, a la que ha tenido acceso este periódico. Moreno fue destituido por «pérdida de confianza» cuando ejercía de jefe en funciones de la Comandancia, ya que el teniente coronel Juan Bautista Martínez-Raposo disfrutaba de un permiso.
Una de esas investigaciones fue encargada como instructor al propio Moreno. Éste, «teniendo en cuenta lo sensible de las informaciones, que apuntaban a la existencia de graves responsabilidades por parte de miembros del Cuerpo», consideró «imprescindible», «para evitar caer en apreciaciones subjetivas», el apoyo del área de asuntos internos. Para obtener esta ayuda, apunta el documento, lo solicitó por escrito a su inmediato superior el 4 de septiembre.
«Incredulidad» del coronel
Este apoyo de asuntos internos -que no fue aprobado ni rechazado expresamente- nunca llegó, siempre según las mismas fuentes. Así, mientras esperaba, el comandante inició «las investigaciones que consideré oportunas», tomando declaración a guardias civiles «conocedores de los hechos y de las informaciones» que se habían recibido en la Comandancia. «El contenido de parte de estas declaraciones -se queja el comandante en el escrito remitido a Madrid- se las proporcioné al coronel Alfonso Santos por si eran útiles» para las otras dos investigaciones abiertas, «y ante la incredulidad que me manifestaba sobre las novedades» que le transmitía.
Jesús Campillo ha dejado de ser Guardia Civil. El pasado 18 de octubre, el Boletín Oficial de Defensa publicó la baja del cuerpo por «incapacidad psicofísica». El ya ex agente de la Benemérita no puede decir que esté contento con el desenlace de su carrera profesional. Desde que se conoció que había sido él quién grabó las confidencias de Lavandera sobre la trama de la dinamita previa a los atentados del 11-M, la vida de Campillo nunca volvió a ser la misma. «Yo era feliz haciendo mi trabajo», revela con voz entrecortada. No oculta la trascendencia que tuvo para él y su familia la decisión de revelar las conversaciones con el confidente Lavandera. A pesar de todas las cosas malas que le han pasado en los últimos años, deja claro que no se arrepiente de lo que hizo. «Volvería a hacerlo con los ojos cerrados», afirma sin titubear. Con una salvedad. «En vez de acudir a mis superiores, iría a un juzgado», reflexiona en voz alta.
Campillo no oculta su decepción con la institución a la que perteneció toda la vida: «La Guardia Civil no se ha portado bien conmigo». Desde que cogió la baja sólo, asegura, recibió amenazas y nadie le preguntó si quería volver a trabajar. Las únicas propuestas que recibió eran invitaciones para marcharse de Asturias y empezar una nueva vida.
Campillo habla claro sobre sus superiores: «A mi me tiraron por el balcón del patio de luces para escabullirse de sus responsabilidades».
La Benemérita le retira por un grado de minusvalía del 25%. Esta decisión ha obligado a Jesús Campillo a presentar un recurso para obtener una pensión «decente». Para conseguir este objetivo, el ex agente acudió a la Seguridad Social para pasar otro examen médico, que determinó su grado de minusvalía en el 16%. «Así no se puede jubilar a nadie», replica.
En todo este tiempo que ha pasado desde que denunció la trama asturiana del 11-M, Campillo admite que no ha tenido el respaldo de los mandos. Sin embargo, no le ha faltado el respeto y el cariño de la escala básica, que ha sido siempre una «segunda familia» para él.
Una nueva cinta obliga al fiscal a celebrar un careo entre Bolinaga y el agente Campillo. La conversación está grabada dos veces sobre una casete de un curso de inglés por correspondencia - «Se le cesó para que no cayera alguien de más arriba», dicen algunos mandos sobre el teniente coronel
Gracias a la previsión del agente Campillo al efectuar en su día la grabación y al sentido cívico del agente Robles al sacarla ahora a la luz -son ellos quienes están salvando en todo este episodio el honor de la Guardia Civil- la cinta ha llegado ya, en cualquier caso, al juzgado y pronto llegará a la Comisión del 11M.
José Sobrado García
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