Charcos por condensación en el HUCA
Inundaciones, pulgas en los vestuarios y choques entre robots son varios de los incidentes, algunos rozando el esperpento, registrados en el arranque del nuevo hospital
Ha vuelto a cundir la alarma por unos charcos de agua aparecidos en las habitaciones de los médicos de guardia, después de las inundaciones que se produjeron el pasado fin de semana en el atrio y del escape en el edificio de hospitalización
El catálogo de quejas y deficiencias que esgrime el personal del complejo hospitalario resulta interminable y de lo más variopinto. En los vestuarios de las enfermeras hay pulgas, por ejemplo.
Cuenta que en los vestuarios tienen instaladas taquillas viejas. Algunas las reconocen como las que ya tenían en el Cristo pero otras no saben de donde vienen; ella asegura que hasta tienen cemento pegado, por lo que deducen que antes estaban instaladas en alguna obra. Sea cual sea su procedencia, las taquillas traían "inquilinos": pulgas, que están allí desde el principio. "Algunas compañeras han sido tratadas por las picaduras", comenta la enfermera que formula la denuncia. "Sólo pedimos unas taquillas nuevas, higienizadas y que no estén oxidadas"
El personal en general se queja de las largas distancias que tiene que recorrer desde los vestuarios hasta sus lugares de trabajo, en un edificio de dimensiones colosales y con ocupaciones que a menudo les obligan a cambiarse de ropa varias veces durante la jornada.
Los robots que se utilizan en el reparto de lavandería, medicamentos, comida y otros enseres realizan esos recorridos sin sentirlo pero también hay quejas sobre su funcionamiento. Se habla de choques entre "manolines" -alguien se refirió a ellos así al principio y ahora todo el mundo los llama así- y de trabajadores y visitantes despistados atropellados por el autómata, que es en realidad un carrito muy sofisticado y que se mueve sólo.
Sin ventilación al exterior
Los análisis de determinados virus y bacterias «se deberían hacer en una zona aislada provista de una campana o, con ventilación al exterior, ya que los productos químicos que se emplean generan gases tóxicos e irritantes». Como no se cumplen ninguna de las dos premisas, detalla Carlos Vázquez, «los trabajadores echan a suerte a ver a quién le toca hacer ese día las tinciones y van a un bañal del laboratorio situado a unos treinta metros». Hasta allí «llevan el virus o la bacteria a analizar, atravesando una zona en la que hay más trabajadores, lo que es absolutamente irregular, además de peligroso»
VER: SANIDAD: Evidencias del nuevo HUCA asturiano (3)
José Sobrado García
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