Esta claro que los honores, medallas, títulos, etc. que le otorgan a un dirigente, político, o persona afín a la política la conceden los mismos dirigentes políticos y no los ciudadanos, pero eso sí, con el dinero de los ciudadanos.
Esto trae como consecuencia que cuando los políticos de turno son contrarios a los nominados anteriormente, se manifiestan contra esas distinciones y tratan de eliminar los atributos concedidos en su momento creyendo que con esta medida van a ocultar la historia, pero eso sí, con nuestro dinero.
Tenemos un claro ejemplo en Oviedo con el nombre del nuevo apeadero de RENFE de Llamaquique que el PSOE gobernante intentó cambiar por el de la republicana Clara Campoamor y esto ocasionó una protesta popular y gastos que no pagaron los políticos, sino los ciudadanos.
Actualmente en Oviedo se está tratando de cambiar los nombres de calles de personajes de la dictadura franquista por otros, que posiblemente serán protagonistas relacionados con las políticas actuales, con las consiguientes molestias, gastos y cambios en documentos, escrituras, etc. para los comercios y residentes en estas calles ¿Por qué a las calles y monumentos no les ponen números, nombres de ríos, montes, flores, etc. que están liberados de ataduras con la clase dirigente política que todo lo complica? y además sería una forma de localizar con facilidad su ubicación y de asegurar su permanencia. ¡Pero.… el auto bombo político desaparecería!
En Gijón el gobierno local PSOE-IU mediante la aplicación de la “Ley de la Memoria Histórica” retira los honores y nombramientos a Franco, dirigente durante la dictadura, y piden a sus herederos que les devuelvan la medalla de oro de la villa concedida en 1962. No se que es lo que pretenderán hacer con la dichosa medalla, pero se trata de un hecho histórico que no podrán hacer desaparecer como ocurrirá posiblemente con la medalla.
La alcaldesa gijonesa del PSOE, Paz Fernández Felgueroso ha dicho que «Era de justicia retirar los honores a Franco. Y quisimos hacerlo el día de la República porque la dictadura de Franco conculcó la legalidad democrática de esa República».
En la última etapa del franquismo y hasta marzo de 1978 fue alcalde de Gijón Luis Cueto-Felgueroso Granda, y durante su mandato en el ayuntamiento se instaló el primer ordenador electrónico y entre otras cosas se puso freno al caótico crecimiento urbanístico local con la aprobación, en 1973, de un plan urbano y de ordenanzas restrictivas de las alturas de los edificios.
Entre el alcalde del franquismo, la alcaldesa en la democracia y la Procuradora General en el gobierno del Principado (PSOE), existen vínculos familiares, aunque la oportunidad quiso que sus mandatos fuesen en distintos regimenes, aunque los cometidos sean similares y la despensa la misma.
La actual alcaldesa parece ser que tampoco debe de estar de acuerdo con la Ley que su pariente aprobó sobre el plan urbano y de ordenanzas restrictivas de las alturas de los edificios, a juzgar por el oscuro affaire desatado en Cabueñes, entre otros.
Las oportunidades no se pierden, siempre hay alguien que aprovecha lo que uno deja pasar
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José Sobrado García