Al final de su primer cuatrienio en el Ayuntamiento, Alberto Mortera se había ganado entre el PP el sobrenombre de 'El niño de los pelotazos'. Día tras día, erre que erre, el perseverante y joven edil arremetía contra el alcalde y su gente por recalificaciones, adjudicaciones y demás negociados de ladrillos. Preguntado por tal mote en una entrevista que publicó este diario en abril de 1999, o sea ya en carrera electoral, el entonces socialista admitía que el apodo de corte taurino le hacía gracia. «Espero que nadie vuelva a ser merecedor de ese apelativo 'cariñoso'; eso querrá decir que el Ayuntamiento funciona de otra forma».
José Sobrado García
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