Las lesiones oculares causadas por el airbag no son raras. El Hospital Central atiende al año a unas treinta personas por este motivo, pero ninguna con la gravedad de Jesús Miguel Lobeto, el joven ovetense que está punto de quedarse ciego tras colisionar el coche en el que viajaba con tres jabalíes en las inmediaciones de Cornellana. Los médicos aún mantienen una ligera esperanza de que el joven pueda conservar la visión del ojo que le queda. Por otro lado, el eurodiputado Antonio Masip preguntará a la Comisión Europea sobre los controles en la fabricación de las bolsas de aire de seguridad.
Según el Hospital Central de Asturias el 35 por ciento de los accidentados sufre daños por romperse las gafas, la reacción química, las esquirlas del habitáculo o el fuerte impacto contra la cara.
Pero también están los efectos cáusticos. Los 70 gramos de ácido sódico que contiene el airbag, que entran en combustión en 0,01 segundos para inflar 60 litros de aire, generan aerosoles de hidróxido y carbonato de sodio que pueden abrasar la córnea.
El eurodiputado socialista Masip preguntará en la Comisión Europea sobre el control en la fabricación de las bolsas de aire. Masip teme, a la vista del accidente sufrido por el joven ovetense, que «sea peor el remedio que la enfermedad». Por eso se comprometió a investigar si las bolsas de aire de seguridad cumplen realmente los estándares y no son peligrosos.
Los oftalmólogos llevan años lanzando la voz de alarma ante el gran número de lesiones oculares motivadas por el airbag.
José Sobrado García
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